Hace mucho frío en invierno en Jaca. Después de una noche de intensa nevada, es posible incluso, más que posible, que sus calles estén heladas. Pero claro, como dice mi buen hostelero, lo normal en invierno es esto, que haga frío. Lo contrario ya me haría sospechar y me pondría francamente nervioso.
El clima y la historia siempre han sido dos grandes argumentos para venir a Jaca. La fina película de nieve que se atisba allá en el Pirineo aragonés atrae cada año a miles y miles de turistas ávidos de lanzarse por sus pistas de esquí.
Hay otros, entre los que me encuentro, que prefieren el arrullo de una buena chimenea, seguir los pasos cansados de las piedras de la ciudad, y perderse por los rincones y vericuetos de una ciudad peregrina, destino de muchos de los que, semanas más tarde, estarán rezando a los pies del apóstol en Compostela.
No es difícil llegar ante uno de los monumentos más significativos de la ciudad, la Catedral de Jaca, declarada en 1931 Monumento Nacional. Digo que no es difícil llegar porque la veréis sobresalir tras los tejados de las casas, y porque siempre suele haber algún peregrino por la zona que vaya en su busca.
Es de esas iglesias que te atrapa, de las que engrandece nuestro románico. Robusta, imponente, con un precioso claustro, de esos que invitan al silencio, y especialmente con un Museo de Pintura Románica de los siglos XII y XIII que recomiendan en todos los folletos que leo de la ciudad. Habrá que hacerles caso, ¿no?.
El otro gran actor protagonista de Jaca es su ciudadela, construida un poco más tarde que la catedral, allá por 1590. Había que defender la ciudad, especialmente al estar tan cerca de la frontera francesa. Es por ello que, bajo el marco de las guerras de religión y una posible invasión del país vecino, se acometieron las obras de esta fortaleza defensiva a las órdenes de Felipe II. ¿Sabíais que la Ciudadela de Jaca es una de las pocas ciudadelas que se conservan completas en Europa?.
El casco antiguo de Jaca se ve eclipsado por estas dos figuras monumentales. Sin embargo, ni el frío de sus calles evitan que podamos seguir caminando, descubriendo rincones como el Ayuntamiento del siglo XVI, el Convento de las Benitas, en cuya cripta se halla la tumba de la reina doña Sancha, la Torre del Reloj, el Puente de San Miguel sobre el río Aragón, y las iglesias del Carmen y la de Santiago.
Me apena que muchos de los turistas invernales que vengan por aquí escapen literalmente al Pirineo sin pasar antes por Jaca. Yo me lo paso en grande paseando por el recinto histórico de una ciudad generosa en monumentos. Jaca merece la pena, aunque haga frío, que es lo normal, ¿verdad querido hostelero?.
Foto Vía Ferlomu