Obra cumbre de la arquitectura taifal (único testimonio conservado de un gran edificio de la arquitectura islámica hispana de la época de las Taifas), el Palacio de la Aljafería fue mandado construir como palacio de placer por el rey Abu Yafar Ahmad Al-Muqtadir en la segunda mitad del siglo XI, recibiendo el sobrenombre de Dar Asssour.
A pesar de sus hibridacione y las muchas pérdidas que sufrió, está considerado como la obra más importante del arte hispano-musulmán del siglo XI. Toda una joya que podemos ver en Zaragoza, la capital de Aragón.
Este palacio de recreo refleja muy bien el esplendor alcanzado por el reino taifa en la época de su máximo apogeo político y cultural. Luego, Pedro IV el Ceremonioso y los Reyes Católicos realizaron importantes reformas en él, hasta que a finales del siglo XV pasó a manos de la Inquisición.
Durante el reinado de Felipe II fue fortificado con una nueva muralla, baluartes y foso, y en tiempos de Carlos III volvió a ser alterado para servir de cuartel. En 1867, se demolieron buena parte de sus elementos islámicos, a excepción de la mezquita, pequeño oratorio palatino que conserva plenamente su integridad. Restaurado en la década de 1980, se le devolvió parcialmente su antiguo aspecto, convirtiéndose en sede de las Cortes de Aragón.
Sus muros estaban formados por varias torres ultrasemicirculares y tenía cuatro portadas. La principal es la de sabat, por la que se accede al patio de San Martín, formulada entre dos torreones mediante arco de herradura con alfiz y arquillos ciegos entrecruzados.
Por otro lado, sobresale la escalera noble que es de estilo gótico de finales del siglo XV. Cubre su espacio con techumbre de viguería que lleva la heráldica de los Reyes Católicos.
Por último, hay que fijarse en el patio de Santa Isabel. Posee arquerías entrecruzadas que se extienden solamente en los lados cortos (como suele ser habitual en el arte hispano-musulmán), a base de bellísimas formas polilo buladas.
Foto vía Tripadvisor