De Gijón a Ribadesella, una ruta jurásica por Asturias

Hace unos 150 millones de años, la costa verde de Asturias era un territorio lleno de extensos pantanales donde paseaban y pastaban los dinosaurios. Entonces, Asturias fue un parque temáticoa vivo, salvaje y repleto de estos animales formidables.

Hoy en día, se puede encontrar evidencias que señalan las andanzas de aquellos seres, bípedos o cuadrúpedos, tan jurásicos como asturianos. Son casi 90 kilómetros de recorrido que tienen su inicio en el casco viejo de Gijón. Así, hay que caminar por el barrio de Cimadevilla y el cerro de Santa Catalina.

La ruta toma una especial intensidad prehistórica en el tramo que va desde Villaviciosa a Ribadesella. Si bien ahora las icnitas (huellas) se encuentran en desorden, en lugares con frecuencia tan escarpados que se cuelgan en abruptos acantilados.

Dejando a la espalda los prados y las sidrerías de Vilaviciosa, por la carretera de El Puntal, siguiendo a la vera de la ría hasta el mar, Tazones se abre en un laberinto escalonado de callejas que forman pequeños barrios de casas con balcones coloristas, un ambiente que huele y sabe a marinería tradicional. En playa, siguiendo el litoral de Tazones, se puede ver un buen número de icnitas, cerca del faro, si bien la mayor parte de ellas están agrupadas en un yacimiento situado en una gran losa inclinada de arenisca a pie de agua.

A 20 kilómetros de Villaviciosa, la población de Colunga guarda una buena muestra de rastros jurásicos, sobre todo, en la cercana playa de La Griega. Cercano a Colunga, Lastres es muy jurásico. Entre Lastres y Colunga, se encuentra el Museo Jurásico de Asturias.

Antes de Ribadesella, en los acantilados y pedreros de Tereñes, se halla uno de los yacimientos jurásicos más importantes de la zona. Pueden apreciarse rastros de dinosaurios gregarios.

Finalmente, se llega a Ribadesella. Allí, hay que visitar la Cueva de Tito Bustillo que posee una impresionante muestra de arte parietal: pinturas y grabados de una antigüedad de entre 25.000 y 10.000 años. Además, en la playa de Santa Marina, a lo largo de un pedregal, surge un cierto festival de huellas debido a la gran cantidad de icnitas que allí aparecen.

Foto vía Viajes.net