La Hiruela es un diminuto pueblo ubicado a 103 kilómetros de Madrid. Merece la pena acercarse hasta La Hiruela, fin de la carretera M-137 que viene de Montejo, para disfrutar de sus magníficas panoramas y el bonito conjunto de arquitectura popular serrana.
Remota y aislada, en el límite noroeste de Madrid con la provincia de Guadalajara, La Hiruela ha mantenido vivos sus valores tradicionales y en la actualidad es un lugar de atracción turística con un desarrollo urbanístico respetuoso con el medio ambiente. Sus calles, solitarias entre semana, adquieren una nueva vida en los días festivos y durante los meses de vacaciones.
Está rodeada la localidad, amparada por varios picos montañosos, de bosques de robles, prados y monte bajo. A la llegada se abre un sensacional mirador con vistas a la extensa dehesa y la agreste Reserva de Caz del Sonsaz. Un reguero, que baja en risueña cascada desde la ladera, recorre las calles de esta bella localidad, en las que se amalgaman viviendas, huertas y corrales para el ganado.
Las dos calles principales, Pilón y Enmedio, confluyen en la singular plaza Huerta de los Pastores, con balconada de granito y adornos de aire herreriano, erigida tras la Guerra Civil española por la Dirección General de Regiones Devastadas.
En uno de sus extremos, la iglesia de San Miguel pudo levantarse sobre otra anterior del siglo XVII. Se trata de un edificio de mampostería y piedra con su espadaña proyectándose sobre el telón de fondo del cielo de la sierra.
Paseando por La Hiruela, se pueden admirar construcciones típicamente serranas, que, para protegerse del intenso frío invernal, presentan huecos mínimos al exterior. Elaboradas de piedras superpuestas a seco y lajas de pizarra, los dinteles de puertas y ventanas y los balcones son de madera de roble de los bosques del entorno y los tejados, de teja árabe.
Finalmente, en La Hiruela se puede pasear por diversas rutas al lado del río Jarama, por la Dehesa Boyal y el puerto de La Hiruela.
Foto vía Flickriver