Recorrer este personalísimo barrio de Granada es trasladarse al origen del asentamiento granadino, y así lo atestiguan las callejuelas de fisonomía medieval y árabe, donde el laberinto de sus calles empedradas y el verde muro de sus cipreses, los más sofisticados cármenes (hermosas caas con jardín interior) o los numerosos aljibes harán volar la imaginación del visitante.
Pero es además un barrio que no se ha dormido en los laureles de su pasado, sino que es un núcleo vivo y distinto, casi alejado de Granada. «Granada y su Albaycín» decían las crónicas de Isabel La Católica.
No está de más perderse por sus laberínticas arterias y deleitarse con la arquitectura popular, pero también hay algunos puntos de interés que no deben olvidarse, como la puerta de Elvira.
Desde ella, por la cuesta de la Alhacaba, mientras se siguen las murallas de la cazalda Cadima, se llega hasta la iglesia de San Salvador, que todavía conserva el patio de abluciones de la Mezquita Mayor de la medina. También se puede ver el convento de las Tomaasas, preo lo que resulta ineludible de visitar es el mirador de San Nicolás.
Se trata de quizá el atardecer más hermoso del mundo, y es que ningún punto es mejor que éste para ver cómo el ocaso vuelve aún más rojizo el color de la Alhambra, ofreciendo una puesta de sol realmente espectacular.
Desde el mirador, bajando por Nuevo San Nicolás, y Santa Isabel la Real, llegamos al convento del mismo nombre, fundado en 1501 sobre restos árabes. Ya en la plaza de San Miguel Bajo, junto a la iglesia, un callejón conduce a la casa palacio de Dar-al-Horra. A un paso queda el mirador de la Lona. Callejeando hacia abajo será fácil encontrar la iglesia de San José, levantada sobre la mezquita más antigua de la ciudad.
Por último, si buscáis algún otro punto panorámico habréis de dirigiros al mirador de San Cristóbal, junto al mirador de San Cristóbal, junto a la carretera de Murcia, donde, además de la Alhambra, la panorámica se amplía con el palacio de Dar-al-Horra, el paisaje de Sierra Nevada y el Suspiro del Moro, lugar desde el que Boabdil, el último rey nazarí de Granada, lloró camino del exilio.
Foto vía Tapa o Tapón
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