Desde Consuegra hasta Argamasilla de Alba a lo largo, de 98 kilómetros, ésta es una de las rutas más características y que mejor permiten apreciar la peculiar fisonomía de la comunicad castellano-manchega. Además, nos adentraremos en la provincias de Toledo y Ciudad Real.
Esta ruta recorre buena parte de los lugares que Miguel de Cervantes plasmó en «El Quijote de La Mancha«. Asimismo, presenta la indudable ventaja de transitar por un territorio bien comunicado, hasta el punto de que un sector del itinerario propuesto puede seguirse sin desviarse apenas de la N-420.
El recorrido parte de la localidad toledana de Consuegra, jalonada por interesantes construcciones artísticas que denotan su pasado medieval y con molinos de reminiscencias cervantinas.
A unos ocho kilómetros, está Madridejos, con su bella Casa Consistorial, y siguiendo hacia el sur por la A-4 nos adentramos en la provincia de Ciudad Real por Puerto Lápice, que conserva muchas de sus tradicionales ventas, como la Venta de Don Quijote, donde se cuenta que fue armado caballlero «el de la triste figura».
A renglón seguido, en Herencia, villa con callejuelas de trazado geométrico, hay que visitar la iglesia del convento de la Merced y el molino de Maritornes, así como desgustar sus sabrosos quesos manchegos mientras se hace un alto en el camino.
Después, la siguiente parada es Alcázar de San Juan, centro neurálgico de esta comarca manchega, y un poco más adelante Campo de Criptana , donde nos aguardan los famosos molinos que Don Quijote confundó con gigantes, encaramados en el cerro de la Paz.
A continuación, se puede desansar parte el camino para retornar a Alcázar de San Juan y desde esta bella población tomar la carretera comarcal que nos llevará hasta Argamasilla de Alba, ni más ni menos que la cuna de Don Alonso Quijano.
Foto vía Lugaria