«El Quijote” es la obra más importante de la literatura española de todos los siglos. Miguel de Cervantes alcanzó la cima de su carrera con las aventuras y las desventuras del ingenioso hidalgo por tierras manchegas. Vamos a pasear por vairos lugares por lo que transcurre buen parte de los lances que jalonan la historia de Don Quijote de La Mancha. Una ruta por la esencia manchega.
Comezamos el recorido por El Toboso, pueblo cervantino ubicado en La Mancha toledana, de enorme transcendencia en la vida sentimental de Don Quijote. Un conjunto de placas informativas reproducen las citas cervantinas correspondientes a cada rincón de la villa. Se debe visitar el Museo Centro Cervantino que expone numerosas versiones del Quijote, en todas las lenguas posibles y con las dedicatorias de personajes conocidos.
En la plaza Mayor de esta villa se rememora el momento en el que Don Quijote hincó su rodilla ante Dulcinea en una moderna y notable composición en hierro. La casa-museo de Dulcinea ocupa un destacado caserón manchego del siglo XVI con las dependencias, aperos y mobiliario propios de la época de las andanzas del Quijote. Finalmente, hay que ir al convento de las Trinitarias y el Templo de San Antonio Abad.
Luego, seguimos por Tomelloso. Del tiempo cervantino permanece un singular edificio popular: la posada de los Portales con galería de balaustres torneados y pintados de almagre al estilo de las corralas o corrales de comedia. Admeás, hay que acudir al museo de Antonio López Torres y al Museo del Carro y la Labranza.
A continuación, nos dirigimos a Argamasilla de Alba. Sus dos edificios de evocación cervantina son la casona del bachiller Sansón Carrasco y la casa del alcalde Medrano que aloja la cueva en la que Cervantes permaneció preso.
Por último, llegamos a Puerto Lápice donde el ventero armó caballero a Don Quijote. La actual venta de Don Quijote, erigida en el siglo XVIII, facilita la evocación del episodio. Más modernas son las galerías tintadas de almagre que completan la escenografía como villa manchega del lugar que, en tiempos cervantinos era un simple agrupación de ventas o quinterías llamada Ventas de Puerto Lápice.
Foto vía Casa Turismo Rural