La Torre de la Catedral de Ciudad Rodrigo, levantada por última vez a mediados del siglo XVIII, después del terremoto de Lisboa (Portugal), se acaba de reabrir al público con el objetivo de enseñar las excelencias de la seo mirobrigense y la monumentalidad de esta ciudad de la provincia de Salamanca. La torre ya se puede visitar todos los sábados y domingos.
Sobresale como un monumento que ha jugado un papel vital en el devenir histórico de la zona fronteriza hispanolusa pues esta torre catedralicia todavía alberga las decenas de cañonazos que sufrió durante la Guerra de la Independencia en el comienzo del siglo XIX.
Por otro lado, esta catedral fue el epicentro diocesano, durante varios siglos, del norte de Cáceres, parte de la actual provincia portuguesa de Guarda y del oeste de Salamanca, cuyos territorios pertenecían en su totalidad al obispado de Miróbriga.
Desde lo alto de la torre de la Catedral se pueden ver numerosas casas palaciegas erigidas desde el Renacimiento en el Recinto Amurallado de Ciudad Rodrigo, el Alcázar de Miróbriga donde solían reunirse el caudillo español Francisco Franco y su homólogo portugués Antonio Salzar a mitad del siglo XX, o el Claustro catedralicio.
Uno de los momentos más interesantes por el visitante tiene lugar en la parte final, donde se halla el campanario catedralicio de Ciudad Rodrigo, compuesto por un total de trece campanas, considerado uno de los campanarios más pintorescos de España. La más antigua, conocida como del Reloj, data de 1550 y tiene un peso de 1.500 kilos.
Este campanario ha marcado desde la mitad del siglo XVIII la vida de Ciudad Rodrigo y de las localidades próximas una zona conocida como La Socampana, pues era el lugar hasta donde llegaban los sones del campanario. La población ntendía los sones de las campanas, cuando anunciaban gloria, muerto, fuego o tormentas.
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