La plaza de Catalunya es el principal núcleo de centralidad urbana de Barcelona, su plaza más famosa, u n hito turístico de la capital de Cataluña que siempre está repleta de turistas y barceloneses.
No obstante, esta plaza no debería haber existido según los planos de Ildefonso Cerdá. El ingeniero había previsto en su lugar varias manzanas más de la gran retícula urbana urbana del Eixample, y fue la gran presión popular la que, ávida de un espacio diáfano a la salida del abigarrado casco histórico, consiguió que aquel sector quedará libre de edificaciones. Al final, se urbanizó entre 1927 y 1929 según el diseño de Francesc P. Nebot.
En poco tiempo, su posición de enlace entre la Barcelona histórica y el corazón del Eixample la erigió en un punto nuclear y en un sitio de encuentro concurrido y bullicioso. Si uno viaja a Barcelona seguro que pasea por este lugar y no sólo una vez sino varias.
En torno a esta plaza se fueron instalando comercios, establecimientos hoteleros, instituciones financieras y notables compañías de servicios, y si bien la plaza de Santa Jaume continúo conservando su histórico papel de sede del poder político, la plaza de Catalunya aglutinó el poder económico moderno durante muchos años.
La plaza sigue siendo un punto vital para las grandes sedes bancarias y, especialmente un nucleo comercial de primer orden basado en la presencia de grandes almacenes (El Corte Inglés, FNAC) y bien secundado por la vocación comercial de las calles cercanas.
Además, llama la atención la terraza del histórico café Zurich, esquina con la calle de Pelai, que prosigue siendo uno de los más preciados observatorios de la vitalidad urbana de la Ciudad Condal.
Por último, en la plaza pueden verse varias obras escultóricas de Josep Limona, Pablo Gargallo, Josep Clar, Josep Viladomat, Frederic Mares, … o la más contemporánea obra de Josep Maria Subirachs, colocada en 1992 en el extremo sur de la plaza y dedicada al presidente de la Generalitat republicana, Frances Macia.
Foto vía Barcelonda