Desde la Plaça de Catalunya se llega a la arteria más emblemática de cuantas posee Barcelona, las Ramblas. Un icono de Barcelona. Pasear por Las Ramblas es algo ineludible cuando se viaja a la ciudad catalana.
Recibe su nombre en plural porque son cinco, y no una, las avenidas que la conforman y que en total suman una longitud de 1.800 metros. El nombre procede de su origen pues son realmante ramblas, es decir, cauces por los discurrían las aguas de lluvia durante las tormentas.
El primer tramo es la rambla de Canaletes, donde se encuentra la conocida fuente del mismo nombre. Se dice que si uno bebe agua de esta fuente, volverá a Barcelona. Le sigue la rambla dels Estudis, en cuya porción final se pueden contemplar, a un lado, la iglesia de Betlem y, al otro lado, el Palau Moja.
A continuación, se llega a la rambla de les Flors o de San Josep, con el palau de la Virreina. El mercat de la Boquería está contiguo al palacio. No hay nada mejor que entrar en este mercado genuino, divertido y fascinante. Detrás del mismo, se encuentra el Hospital de la Santa Creu. En el lado opuesto de esta rambla, se ubica la iglesia de Santa María del Pi, a la que se accede por la calle Petritxol.
La cuarta parte del paseo se denomina rambla dels Caputxins , y en su inicio se alza el Gran Teatre del Liceu. Casi frente a él, se sitúa la Plaça Reial. Al final de esta rambla se llega al palau Güell, obra de Gaudí.
El último tramo del paseo es la rambla de Santa Mónica que desemboca en la plaça del Portal de la Pau, en cuyo centro se eleva, sobre una columna metálica de 60 metros de altura, la espléndida estatuta de Cristóbal Colón. Además, las Reials Drassanes están localizadas en esa misma plaza; hoy son la sede del Museu Marítim.
Y desde la plaça de Catalunya habremos llegado al puerto de Barcelona tras pasear por las Ramblas. Todo un recorrido maravilloso para conocer mejor la Ciudad Condal.
Foto vía Locura Viajes